Con frecuencia, solemos escuchar que Dios es Misericordioso, pero tal vez no vemos con claridad lo que esto significa.
Lo primero que debemos hacer es definir el término, a profundidad.
Tener misericordia implica amar a la persona, aún con sus defectos, debilidades y miserias hasta llegar a experimentar la compasión -que nada tiene que ver con lástima-, más bien se orienta a sentir y lamentar todo aquello que nos conmueve del otro para transformarlo en ayuda.
En este sentido, nuestro amor es a veces limitado y hasta condicionado porque la tendencia humanase se inclina a repudiar todo aquello que nos repugna de los demás y de nosotros mismos y en lugar de acompañarlo e iluminarlo, lo alejamos, ¡le huimos!
La buena noticia es que Dios es infinitamente misericordioso y nos brinda un sinfín de ayudas para superar, con Él, nuestras miserias y las de los demás. Y digo nuestras porque todos llevamos miserias.
Desafortunadamente, hay quienes tienen una percepción equívoca de la Misericordia Divina y creen que -como Dios es infinitamente misericordioso- Él nos librará siempre de la dificultad o del sufrimiento, cuando en realidad la misma dificultad es una gran oportunidad para crecer y/o cambiar. En fin, justamente en Su Misericordia, Él no siempre nos libra, pero sí nos acompaña.
En ocasiones, vemos como las experiencias del mal y del sufrimiento se convierten en una vía justificada para apartarse de Dios, poniendo en duda Su bondad. Algunos llegan a ver el sufrimiento como un castigo que cae sobre el pecador, deformando aún más la Misericordia de Dios.
A modo testimonial, puedo afirmar categóricamente que para vivir y experimentar la Misericordia de Dios es importante cultivar la voluntad y la fe. Ambas virtudes van de la mano.
La voluntad como virtud humana, nos compromete a poner todo nuestro esfuerzo para evitar caer en la tentación y la fe nos lleva a creer que la Misericordia de Dios nos abraza y sostiene para hacer de nosotros seres nuevos.
Es así como, -a la luz de la voluntad alimentada en la fe, todas las dificultades logran iluminarse, porque como cita el Catecismo de la Iglesia Católica “Dios es infinitamente bueno y todas Sus obras son buenas”.
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde Venezuela
Isabella Orellana