“Ciudad Abierta”, programa radial informativo, de actualidad e interés general que se emitía por Radio Continental de Buenos Aires, en la franja de la “segunda mañana” de lunes a viernes. Multipremiado periodista de gráfica, televisión y radio. Premio Konex 1987. Jurado Premios Konex 1981 y 1991. Periodista y escritor. Maestro Normal Nacional recibido con Medalla de Oro en 1942.
En la actividad periodística gráfica fue jefe de la sección espectáculos del diario La Prensa de 1956 a 1968 y redactor de “Primera Plana”, publicación donde llegó a jefe de redacción. También fue redactor en “La Opinión”, “La Razón” y “Tiempo Argentino”, ocupando también cargos ejecutivos. En 1967 formó parte de un programa televisivo en Teleonce llamado “La condición humana” donde lo acompañaban, entre otros, Ulyses Petit de Murat y Pablo Palant. Entre 1986 y 1987 formó parte de “La mañana de Radio Buenos Aires” en Radio Buenos Aires, junto a Raúl Urtizberea, Oscar Otranto, Silvia Fernández Barrio y Oscar del Priore.
“Ciudad, abierta y personal
antigua y colosal
quiero crecer,
siendo habitante de tu piel”
Para quienes amamos escuchar y hacer radio, el poder recitar de memoria antiguos textos de locuciones comerciales radiales, o seguir pudiendo “tararear” las cortinas musicales o identificadoras de antaño de los distintos programas o jingles de las radios que hemos escuchado, y seguimos escuchando todos los días de nuestras vidas, es algo mucho más trascendente que un simple ejercicio de memoria o de la constatación de su, aún, buen funcionamiento.
Se trata, ante todo, de sabernos vivos. Creo que no siempre comprendidos, pero sí vivos. Nos reconforta el alma el poder recordar y cantar de memoria, sin google de por medio, un comercial de los años ’60 ’70 u ’80. Y para nosotros, en nuestro interior, resuena de manera imaginaria como si fuese interpretada por una orquesta sinfónica. Serán, seguramente, aquellos famosos “sonidos del alma”.
Tal como afirmamos en nuestra primera nota, las estrofas que aquí publicamos de la canción que identificaba al programa “Ciudad Abierta” que se emitía por Radio Continental (ver primera parte de esta nota en ANUNCIAR informa del mes de mayo 2024) remarcan el carácter:
• cosmopolita que por el gran flujo de migrantes llegados desde todo el mundo a través de su puerto a partir de mediados de siglo XIX;
• y pujante por el rápido crecimiento y expansión en todo sentido (edificaciones, desarrollo económico, los infinitos kilómetros de su entramado de vías férreas que traían hacia el puerto de la Ciudad de Buenos Aires las riquezas de aquel país “granero del mundo”, el desarrollo de sus comunicaciones etc.) que hicieron de la Capital de la República Argentina una de las grandes metrópolis de Sudamérica, tal vez la más “europea” de todas.
Carlos Burone, Hombre de Fe
Carlos Burone, además de excelente periodista, hombre culto y persona íntegra, era un verdadero varón de fe. Lamentablemente, como suele ocurrir en muchas partes del mundo, los cambios de gobiernos o de su signo ideológico suelen traer aparejadas acciones más o menos visibles u ocultas de censura o de autocensura impuesta “contra” (porque es así, por oposición dialéctica de contrarios) aquellos periodistas que se desempeñaron profesionalmente en los medios de comunicación (con mayor o menor afinidad ideológica, o sin ella) en el gobierno que cesaba en su mandato.
Esta situación se evidenció de un modo particular en 1983, año en el que la Argentina recuperó su democracia y la plena vigencia del Estado de Derecho a partir del 10 de diciembre de 1983 cuando asumen las autoridades electas libremente por la ciudadanía el 30 de octubre de ese año (gobierno del Dr. Raúl Alfonsín).
Cacerías de brujas, persecuciones, “escraches” ha habido desde toda la historia de la humanidad y en diversas geografías y tiempos, y por muy diversos motivos, y un sólo objetivo: acallar voces de libertad, de vida virtuosa y de profesionalismo. En pocas palabras: a partir del 10 de diciembre de 1983, la “democracia argentina” declamó libertad de prensa, tolerancia y pluralismo, pero no para todos. Muchos periodistas perdieron sus trabajos, o literalmente fueron prohibidos o marginados. El conflicto de Malvinas y la derrota argentina, que en la práctica selló el final del régimen militar que gobernó el país desde el golpe de estado en 1976 y hasta diciembre de 1983, tampoco favoreció el sostener una verdadera democracia fundada en el respeto a la libertad de expresión.
Amenazado por la intolerancia del “pluralismo democrático”
A Carlos Burone no solamente lo marginaron, lo ralearon de los medios, sino que además lo amenazaron de muerte en varias oportunidades. Una mañana de viernes lo escuché en por en su programa muy enojado, pero firme en la verdad: había recibido una amenaza de muerte en la radio, pero esta vez, a diferencia de las anteriores, había sido en persona: individuos se hicieron presentes en la radio (Continental am 590) y “apretaron” con un mensaje claro y contundente al empleado que se encontraba en la recepción de la emisora: “si vuelve a hablar es boleta en 48 horas”. Su respuesta a la amenaza fue clara, contundente y precisa: “ningún problema, me encuentran todas las mañanas en la basílica de San Francisco, calles Alsina y Defensa. Allí escuchó misa y luego voy directo a la radio. Allí los espero cuando quieran, pero una vez que termine la santa misa, ya comulgado, y en el atrio rezamos juntos ante el Sagrario”
Poco tiempo antes de aquel día, yo había obtenido mi primer trabajo: bibliotecario del convento franciscano. Sí. El convento de San Francisco en Buenos Aires. El mismo de la “cita” a la que Burone había “convidado” a sus cobardes supuestos sicarios.
Yo llegaba temprano, a las 7:30 de la mañana. Eran tiempos del P. Porreto (un extraordinario sacerdote franciscano que guiaba y orientaba matrimonios), bajo la guardianía del Rvdo. P. Bruni. Pasaba primero por el Sagrario, rezaba un rato, y entraba por la puerta que comunicaba el templo con el claustro, para luego subir a la biblioteca.
“(…) hasta el atrio, nada más”
Una mañana, mientras rezaba antes de ingresar a mi trabajo, veo a Carlos Burone más temprano que lo habitual, de rodillas, rezando ante el Sagrario antes de escuchar misa. Me acerqué despacio, bien abierto a uno de los lados de la nave, para que él pudiese verme en todo momento y no se sobresaltara, vista las amenazas que había recibido.
Lo saludé, le dije que lo admiraba, que lo escuchaba siempre, que estudiaba historia en la Universidad Católica y que era el bibliotecario del convento. Le pregunté si tenía miedo por lo de las amenazas a su persona, y le pedí si me permitía arrodillarme a su lado y acompañarlo en la oración al Santísimo.
Me respondió: “encantado Julio; ¡muchas gracias! ¡Claro que sí! Pero eso sí, hasta el atrio y nada más”.
Hasta nuestra próxima proyección radial.
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde Argentina
Julio Roberto Montaron
Este artículo está publicado en el boletín digital, número 56, que corresponde al mes de Julio de 2024.