Saludos mis queridos lectores que mes a mes nos reunimos gracias a esta revista. Hoy quisiera empezar mi escrito con una pregunta: ¿cuándo dejamos de ser niños? Si nos vamos a lo que la piscología y pedagogía dicen, nos marcan los 11 años como tope, pues a los 12 inicia una nueva etapa (la adolescencia de los 12 – 18 años). Si nos vamos a los derechos del niño (CDN) nos dice el tope es a los 18 años, pues se alcanza la mayoría de edad y se pierden los derechos y beneficios de tal etapa. Pero, si yo te contara que podemos ser niños por muchos, pero muchos años más, ¿me creerías loco?
No estoy hablando de algo fantástico o mágico como los polvos de Campanita en Peter Pan, sino de algo mucho más real. Si te contara que me ha tocado ver niños que ya no son niños, que dejaron de serlo, a pesar de tener la edad legal para serlo y he visto adultos, de edad avanzada y que aún mantienen su niñez intacta. La niñez, ciertamente está marcada por períodos, pero también tiene características especiales que vamos perdiendo poco a poco como: la capacidad de asombro, la capacidad de hacer amigos, la capacidad de reírse hasta que nos duela la panza, la capacidad de perdonar de corazón, la inocencia vista desde el punto más genuino y puro posible.
Cuando Jesús dijo: “les aseguro que, si no se vuelven como niños, no entraran al reino de los cielos” (Mt. 18, 2-5), no se refería a la edad, sino a su esencia y muchos perdemos la esencia, independientemente de la edad que se tenga.
Ciertamente no podemos retroceder el tiempo o detenerlo. Muchos padres de familia, darían mucho porqué sus hijos no crecieran, por poder tenerlos siempre pequeños, en una edad en que los disfrutan, donde todo son risas y juegos, lo cierto es que la vida no es así y debemos crecer y volvernos útiles a nuestros padres y a nuestra sociedad, tomar nuestra responsabilidad y nuestro cargo en el círculo de la vida, ¡pero no dejemos que nos roben la esencia! Seamos alegres, aprendamos a “desaprender”. La vida nos va llenando de muchas cosas que no son necesarias y sólo vuelven nuestro saco más pesado, llegando al punto de no poder avanzar al cargarlo.
Los niños llaman “amigo” al niño que acaban de conocer en una fiesta. Su capacidad de pedir perdón es sincera. Se maravillan de cosas que nosotros empezamos a ver cotidianas o no nos damos el derecho a sorprendernos por el “qué dirán”. Hoy quiero dejarte esta tarea: ¡disfruta la vida! No tengas miedo a reírte a carcajadas, no dejes que te roben la felicidad las preocupaciones. Ama, baila, brinca, compra un helado y en una banca del parque te pones a comértelo disfrutando el momento, contempla una puesta de sol, admira las hormigas y abejas de tu jardín, huele una rosa. Los niños acostumbran a jugar solos, invitar diálogos para sus juegos. ¿Cuándo fue la última vez que hablaste contigo mismo? Que te preguntaste ¿Qué quiero hacer hoy? ¿soy feliz con mi vida? ¿O sólo vas viviendo porque es lo toca hacer? Eso no es vivir, sino sobrevivir. Deja salir al niño que todos llevamos dentro.
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde México
José Luis Hernández
-Este artículo está publicado en el boletín digital, número 54, que corresponde al mes de Mayo de 2024.