Programa radial que se emitía por Radio Belgrano de Buenos Aires, todas las mañanas de lunes a viernes. Conducido por Luis Roberto González Rivero (más conocido como “Riverito” -un animador y presentador de radio y televisión argentino de vastísima trayectoria, aún vigente- y acompañado por Rolando Hanglin, y Enrique Llamas de Madariaga. El programa lideraba la franja horaria de la denominada “segunda mañana” de la radio, con alcance a todo el país. Los tres conductores mencionados siguen vigentes actualmente ejerciendo tanto su labor periodística como de locutores y conductores. Forman parte de una de las camadas intermedias de locutores nacionales formados en la década de los años ´40 y ´50, épocas doradas de la radiofonía argentina.
¡El Canal de la Mañana, Belgrano Show!
Era el verano de 1980. Tal vez uno de los últimos de mi niñez y uno de los primeros de mi adolescencia. Mientras yo iba y venía hacia el inmenso y verde jardín jugando sin parar con amigos del alma -eran tiempos de puertas de casa abiertas sin los actuales niveles de inseguridad- desde la cocina de la casa que habíamos alquilado para pasar los meses de enero y febrero de aquel verano en Villa de Mayo podía escucharse una canción que – muy pegadiza – captaba inmediatamente nuestra atención desde la vieja radio TONOMAC que allí estaba y siempre encendida. Era la cortina de apertura musical del programa “Belgrano Show” que anunciaba que ya estaba al AIRE y con él, las inconfundibles voces de su conductor “Riverito” junto a la del ya entonces célebre y consagrado actor y comediante Juan Carlos Altavista quien personificaba a su entrañable personaje “Mingo”.
El afiche original del programa “Belgrano Show” es posible gracias al magnífico trabajo de radioenpapel.blogspot.com que recomendamos visitar a aquellos que desean añorar los años dorados de la Radio en la República Argentina
Diminutivo de Domingo, o más bien “Minguito Tinguitella” -tal el nombre completo de su personaje – hacía las delicias de la audiencia radial con sus ocurrencias humorísticas, su particular forma de hablar entre lunfarda, tanguera, canyengue y al verre (entiéndase “al revés”) y sus aspiraciones de dramaturgo y guionista cinematográfico frustrado, haciendo de sus narraciones sobre supuestos guiones de célebres películas que algún día dirigiría con gran éxito de taquilla (cosa que nunca sucedería) unos continuos e hilarantes espacios de humor radial, transformando sus minuciosos relatos en una mezcla de irresistibles carcajadas por los enredos que se generaban al intentar generarse algún tipo de intercambio con el conductor del programa o sus colaboradores.
Minguito, era “el centro y eje del programa”; un porteño que vivía en un conventillo del barrio de la BOCA junto a “su viejita adorada” y que recorría con su “chatita Chevrolet modelo 1930”, “la santa milonguita” los “100 barrios porteños” de “su Buenos Aires querida” por entre viejos empedrados y los remanentes de viejos rieles de vías de los extintos “tranvías” de la gran ciudad que para la época se había transformado en una megápolis, muy distinta a la incipiente ciudad -siempre según la interpretación de su personaje- de tiempos pretéritos en los que su mismo personaje pero más joven, tiraba de un carro de basura rescatada de la vieja “quema” de la ciudad de Buenos Aires, ubicada cerca de lo que hoy es el barrio de Parque Patricios.
En sus primeros tiempos de actor, comediante y figura destacadísima de la televisión argentina de finales de los años ‘60 e inicios de los ‘70, de la radio y del cine nacional, su guionista fue Juan Carlos Chiappe un prestigioso dramaturgo, libretista de radio, escritor, comediógrafo, actor y director radioteatral argentino autor de numerosas obras. Sin embargo, el mismo Altavista supo enriquecer su personaje de “Minguito Tinguitella” más allá de los guiones originales, forjado en una mezcla de imitaciones múltiples de ademanes, gestos y actitudes propios de la cultura y modos de los primeros inmigrantes europeos llegados a nuestro país hasta mediados del siglo XX. A esto -según él mismo siempre explicaba- había incorporado numerosos rasgos característicos de la personalidad de su padre (inmigrante italiano) uniendo de esta forma las tradiciones y costumbres propias de esa colectividad con las de las otras colectividades (especialmente española gallega, y francesa entre otras) que poblaron desde el puerto de Buenos Aires, los barrios de la ciudad primero, y el país entero después.
Finalmente, el agregado de toques del “arrabal porteño” y la cultura “de la calle”, o de -como él la definía- la “universidad de la vida y del laburo” (trabajo) como sus alpargatas de felpa y su característico “escarbadiente” siempre aflorando desde un costado de su boca, su “funyi” o sombrero que inseparable de su cabeza, únicamente se sacaba para saludar a una dama, sumado a los incontables gramaticales o de conjugación de verbos y a la falta de vocabulario adecuado (dado que su personaje había abandonado la educación primaria) Curiosamente no sólo Mingo (su personaje) había dejado los estudios en la escuela primaria, sino que ello era reflejo de lo que Juan Carlos Altavista había hecho en realidad sólo que para cursar teatro y actuación cuando fue descubierto en su admirable capacidad para la imitación de formas de hablar y gestos por un guardia de parque de la ciudad, quien le sugirió a su madre lo hiciera estudiar teatro tras observar la facilidad que tenía para la interpretación de personajes y sus dotes para la imitación.
Para ése mismo año de 1980, el clásico programa televisivo “Polémica en el Bar” que le había dado a su personaje masividad en los años ‘70, volvía a la televisión a principios de los ‘80, aunque ahora en color. El éxito del personaje como el del programa y tantos otros programas y filmes que realizó duraron hasta su muerte en 1989. Pero su paso por esta vida, persona y personaje, ya nos habían enamorado a todos. Y a mí, por supuesto, primero en la radio antes que en la televisión.
Hasta nuestra próxima proyección radial.
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde Argentina
Julio Roberto Montaron
Este artículo está publicado en el boletín digital, número 53, que corresponde al mes de Abril de 2024.