El 2 de abril siempre me hace reflexionar sobre la complejidad de nuestra historia como argentinos. Es el día en que conmemoramos el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas. Pero, para muchos, es simplemente un feriado más, una oportunidad para tomar unos días de descanso. Sin embargo, esta fecha va mucho más allá de ser un mero día de asueto.
Recordar el 2 de abril nos lleva inevitablemente a mirar hacia atrás, a un tiempo marcado por la dictadura militar que gobernaba Argentina. La fecha 2 de Abril terminó siendo, NO un punto de partida de su pretendida perpetuación, sino más bien, la propia PARTIDA de DEFUNCIÓN del régimen militar.
La dictadura, en sus últimos estertores, buscaba mantener el control sobre un país sumido en el descontento social y económico. Y encontró en la recuperación de las Islas Malvinas una carta para jugar. La idea era unificar a la sociedad argentina detrás de un sentimiento patriótico que ellos mismos habían desmantelado.
En 1982, la Junta Militar decidió emprender la acción para recuperar las Malvinas, creyendo que sería la salvación de un régimen moribundo. La guerra se percibía como una oportunidad para reavivar el espíritu nacional y desviar la atención de los problemas internos del país.
Y así, todos caímos en la trampa del patriotismo manipulado. Nos lanzamos a las calles con banderas argentinas, gritando consignas como “Las Malvinas son Argentinas”, sin cuestionar la verdad detrás de la retórica oficial.
En medio de este fervor nacionalista, surgió un programa de televisión llamado “Las 24 horas de las Malvinas”, destinado a recaudar fondos para los soldados enviados a la guerra. Sin embargo, el destino de estas donaciones es aún hoy un misterio, dejando en evidencia la manipulación y el oportunismo de aquellos que buscaban capitalizar la tragedia.
Mientras tanto, nuestros jóvenes soldados, mal equipados y sin preparación adecuada, fueron enviados a enfrentarse a uno de los ejércitos más poderosos del mundo. La realidad de la guerra era muy diferente de la narrativa oficial. No estábamos “ganando”, como afirmaban la prensa en general y los medios de comunicación, estábamos sacrificando vidas en un conflicto absurdo por unas islas remotas y desoladas.
El 2 de abril marca el fin de esa locura. Los jóvenes soldados hicieron todo lo que pudieron, pero no podíamos pedirles más. El 14 de junio se firmó la rendición, y un día antes, el 13, la Selección Argentina de Fútbol participó en la Copa Mundial de la FIFA en España. Lo afirmamos al inicio de esta nota: esa fecha lejos de señalar el comienzo de nada, preanunciaba el final trágico de la dictadura militar. ¿Qué mensaje enviamos al mundo al participar en un torneo deportivo mientras nuestros jóvenes aún yacían en tumbas improvisadas en las Islas Malvinas?
Hoy, 42 años después, el 2 de abril debería ser más que un simple feriado. Debería ser un día de reflexión y recuerdo para honrar a aquellos que dieron sus vidas en nombre de la Patria. Debemos recordar la lección amarga de la guerra y comprometernos a no repetir los errores del pasado.
En lugar de enviar a más jóvenes a la muerte en nombre de la política y la manipulación, honremos a los caídos con un compromiso real con la paz y la justicia. Que el 2 de abril sea un recordatorio de que la vida es sagrada y no debe ser sacrificada en el altar de la ambición política. Es hora de aprender de nuestras tragedias y construir un futuro mejor para todos los argentinos.
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde España
Alfredo Musante
-Este artículo está publicado en el boletín digital, número 53 que corresponde al mes de Abril de 2024.