Siempre ha sido de gran interés para el hombre el poder escudriñar los misterios de la ciencia, el mundo oculto y Dios. Suscita una gran inquietud el poder descubrir lo que parece imposible. A esto se han dedicado muchos recursos humanos, materiales e incluso económicos. No se puede negar que en la mayoría de los casos hay buenas intenciones, que pretenden ayudar a descubrir vías de solución a muchos de los problemas que nos aquejan como sociedad.
Hemos sido testigos de los grandes avances tecnológicos que han hecho posible que tengamos una mejor comunicación y de esa salvar la vida de muchas personas, como en los huracanes y los terremotos. Los mismos avances en el campo de la medicina, han ayudado a que la calidad de vida humana sea mejor. Pero no falta la excepción a la regla. Muchas personas e instituciones que siguen intereses personales y mezquinos, se quieren hacer de la mayor información posible para controlar a los demás. Esto lo podemos ver con mucha claridad y lamentablemente con mucha frecuencia en los ataques cibernéticos, de los que son objeto muchas instituciones; cuya finalidad es causar el mayor daño posible, e incluso, el poder desaparecer a una empresa, dado que se ataca su seguridad y se destruyen sus finanzas.
Uno de los casos que está causando una verdadera preocupación, es aquel que se refiere a las investigaciones en torno a las vías de concepción humana. Ya no se busca aceptar las vías naturales de concepción, sino más bien, se están proponiendo vías que rayan en los actos contra la naturaleza humana, al proponer poder concebir un hijo como un simple objeto que se puede comprar o vender según el deseo del cliente. Se quiere controlar a la humanidad a su antojo. Lo absurdo del caso es que, por un lado se ofrece que haya una implantación de los medios anticonceptivos para que las parejas no conciban un hijo, o lo retarden lo máximo posible, y por otro, se incentiva para que cada uno pueda tener un hijo, sin involucrar su propio cuerpo, a través de la subrogación maternal, como el caso de las parejas homosexuales y los que desean ser padres solteros.
Esto nos va a llevar a un punto en el que se implante un monopolio de la vida y se decida, de manera discriminatoria, quien puede o no tener un hijo. Aunque esto parezca algo fantástico, ya está sucediendo en los llamados países primermundistas, con Estados Unidos y Japón. Estamos a tiempo para que esto se haga común en todos lados. Defendamos la concepción humana natural.
Ad Jesum Per Mariam
“Donde Dios está”, el demonio no tiene cabida
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde EE.UU.
P. Alberto Colín-Marín
-Este artículo está publicado en el boletín digital, número 47, que corresponde al mes de Octubre de 2023.