Saludos queridos amigos que mes a mes leen esta columna. Reflexionando un poco en el evangelio de Lucas que nos da a conocer aquella parábola que Jesús cuenta a los fariseos del hombre rico que se daba los grandes banquetes y el pobre Lázaro que espera a que le dieran lo que cayera al piso de las sobras, que hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas al pobre Lázaro.
El rico conocía a Lázaro, sabía su nombre, pero nunca fue capaz de invitarlo a comer, de por lo menos darle lo que sobraba de sus banquetes diarios. Lázaro (que significa “Dios ayuda, Dios lo escoge), es el personaje principal de este texto, pues aparece su nombre, del rico no sabemos quién es, pero en esta columna si lo vamos a bautizar, le pondremos “SOY YO”. Yo soy ese rico. Tal vez no te consideres rico económicamente, pero la riqueza es algo muy relativo. Para algunos ser rico es tener cuentas en el banco, tarjetas de crédito, dos carros, casa, apartamento, casa de playa… pero otros, que no tienen tanto, tal vez una tarjeta de crédito, un carro, una casa hermosa, no se consideren ricos con respecto a los primeros, pero ante los ojos de personas menos bendecidas económicamente si lo son.
Tal vez vos tenés un humilde puesto laboral, no has podido calificar para una casa propia y pagas renta y el auto lo estás pagando también y te consideres lejos de la riqueza, pero ante los ojos de otros menos bendecidos económicamente, si sos rico. Hay millones de personas sin trabajo, sin salario, sin un seguro médico, con necesidad económica, que tal vez no veas la posibilidad de solventar sus necesidades, pero tal vez podas saciar su hambre por un día o por un instante, tal vez con sólo compartir de lo tuyo, con sólo dar un poco de lo que tenés.
Hay muchos pobres de espíritu, pobres de compañía que están sedientos y hambrientos de amor, necesitados de un abrazo, de un consejo amigo, de simplemente poder platicar y eso es algo que muchos podremos dar a los demás, es regalar nuestro tiempo, es compartir nuestro amor por Jesús.
Todos podemos dar algo y todos podemos recibir algo. Cuando veamos más allá de nuestra vida y descubramos que allá afuera, hay personas que esperan una migaja de cariño, una migaja de mi tiempo entenderé yo puedo dar más de lo que pensaba.
Hay muchos Lázaros, incluso en mi propia casa: mis hijos, mi esposa (o), mis padres que añoran poder platicar, compartir conmigo y esperan que yo les abra la puerta de mi corazón para compartir juntos este bello recorrido llamado VIDA, y así, podremos poco a poco ir construyendo un mundo mejor. Ánimo familia.
Nunca dejes de soñar.
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde México
José Luis Hernández
-Este artículo esta publicado en el boletín digital, número 36, que corresponde al mes de Noviembre de 2022.