Saludos queridos amigos que mes a mes leen esta columna. En el mes de octubre celebramos a las misiones. En la Iglesia universal se hacen diferentes actividades para sumar apoyos económicos y espirituales a todos los valientes misioneros que han optado por ir a los lugares más lejanos a llevar el evangelio.
Cuando hablamos de misiones, casi siempre se nos vienen los nombres de África y Asia, o por lo menos países lejanos al mío. Pensamos que ser misionero es exclusivamente irnos lejos de casa, dejar familia, dejar amigos, dejar todo por amor al evangelio. Pero entonces, ¿yo que soy casado ya no podría ser misionero? Yo que trabajo y no me dan permiso de ausentarme en mi trabajo ¿no puedo ser misionero? ¿Qué pasa entonces con aquella cita bíblica que dice “vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio”? pues no se especifica quienes son los que deberán ir por todo el mundo. Nuestra Iglesia es misionera esencialmente y el evangelio se ha ido dando a conocer de boca a boca.
Entonces, yo que no tengo la posibilidad de irme lejos, de dejar mi trabajo, mi familia ¿estoy exento de cumplir con ese mandamiento? Yo que soy esposo y padre de familia, ¿no tengo obligación de misión? Al contrario, tengo mayor obligación pues los misioneros van a dar a conocer a Dios a quienes ellos no conocen, pero para quienes hemos sido llamados a la vocación de la familia, tenemos el deber de dar a conocer a Dios a nuestros hijos, a nuestra pareja. A ellos no sólo es dar a conocer a Cristo y la fe, sino además predicar con el testimonio y esto es lo que más cuesta. Ser congruentes de lo que decimos con lo que hacemos.
Mi familia es mi primera misión, es el rebaño que se me encargó y por el cual debo dar cuentas a Dios.
Pero no sólo mi familia, también puedo ser misionero en mi trabajo, en mi lugar de estudio, con mis amigos. En fin, todo lugar es tierra de misión. El misionero no es sólo el que deja todo por el evangelio sino aquel que comparte con los demás su amor por Cristo, sus conocimientos en la fe. Puede que no te sientas con la gran preparación para predicar, pero ser misionero no es sólo predicar, es dar testimonio y muchas veces no es necesario decir una sola palabra, con nuestra forma de ser, con nuestra manera de vivir, podemos evangelizar también.
Que este mes de octubre, elevemos una oración por las misiones, por los misioneros, por la Iglesia universal pero también por la Iglesia doméstica tan atacada hoy en día y que todos los bautizados nos animemos a ser misioneros desde donde Dios nos tiene, cumpliendo con nuestro deber cristiano y contagiando a todo el amor la alegría de ser cristianos. Que sea la Virgen María nuestra protectora en esta bella misión.
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde México
José Luis Hernández
-Este artículo esta publicado en el boletín digital, número 35, que corresponde al mes de Octubre de 2022.