
A mis lectores, bueno, así arranca esta editorial: “Magoooo!! ¡Dele la pastilla al Director que ya está desvariando!, está poniendo títulos medio extraños!” se lo escucha gritar a Musante en un acto desesperado por conservar la cordura de este Sr. Director, quien, para rematar la faena, continua impávido ante los gritos del Editor en Jefe. Imaginen por un momento la escena, digna de un video del canal del Pelado en la sección “gags en la Productora”.
Vamos a ponernos serios porque quiero abordar esta idea que vengo masticando desde hace tiempo. Este honesto director pone su experiencia personal en estas desordenadas líneas para, como es su costumbre, llevarlos a una profunda reflexión e invitarlos a ver el mundo desde otro lugar diferente al establecido por la normalidad mecánica y automática en la cual estamos inmersos. Comencemos.
Reza el dicho popular: “Nadie sale vivo de esta vida” haciendo alusión a que a todos nos llega el momento de trascender, es decir, dejar este plano. Quiero conectar esto con otro ejemplo de la sabiduría popular que nos dice: “La mortaja no tiene bolsillos” u otro que expresa “Venimos con las manos vacías y nos vamos igual”. Aquí voy a hacer un “párate” y quiero dejarles dos ideas para pensar.
En primer lugar, este disruptivo Director quiere poner en jaque a esta “scientia vulgi” (“conocimiento del pueblo”) y echar por tierra este saber, al menos en su 50%, porque no es del todo cierto. Entiendo que, en la vida, gracias a las tantísimas experiencias espirituales -para englobar el crecimiento y experiencias internas del ser humano y dejar por fuera lo material- cuando nos toca pasar el “patio de atrás” nos llevamos mucho aprendizaje, mucho crecimiento capitalizado. Nos vamos realmente más ricos que como llegamos a este mundo.
En segundo lugar, más terrenal, más tangible y más, si se quiere, real y fácil de identificar tenemos, y síganme en este camino, todo lo que tiene que ver con experiencias materiales, es decir, la batalla diaria con todo lo que eso involucra. Tenemos que cumplir metas, educarnos, conseguir un trabajo -intentar no perderlo- para poder vivir en un mundo donde el cambio de bienes materiales prima sobre la vida de todos, debemos relacionarnos con otros humanos -menuda tarea- para cumplimentar nuestra forma de organizarnos como seres sociales que somos -aunque este ermitaño Director a veces preferiría irse a vivir a una montaña con los tres mejores amigos del hombre: “Los libros, el perro y el ángel de la guarda”, para poder subsistir, llevar adelante nuestra vida y, por supuesto, no morir en el intento.
Habiendo presentado estos dos puntos esenciales en la existencia del ser humano, quiero darle forma, de alguna manera, al título de esta editorial. Es un tema del que podría escribir un libro por la riqueza de su contenido, pero en este formato “editorial” y, en paralelo a la idea de que el “tiempo es tirano” en la televisión -que, por cierto, apáguenla- en mi caso lo son las palabras, no debo excederme para no hacer pasar un mal rato al diseñador.
“Director, no se vaya por las ramas”. Continúo. A una de estas dos caras de la misma moneda, a mi humilde entender, debemos n darle demasiada importancia. Me explico brevísimamente. El crecimiento espiritual basado en las experiencias internas, en las interacciones más profundas y elevadas con otros seres humanos, por ejemplo, la experiencia del amor, debemos vivirlas y sentirlas con todo nuestro corazón y darles siempre la prioridad para alimentarnos. El resto, lo que tiene que ver lo el “afuera”, con lo material, con los problemas mundanos es cartón pintado, es todo mentira, total, al fin y al cabo: “Nadie sale vivo de esta vida” y como “La mortaja no tiene bolsillos” debemos enfocarnos en las relaciones entre humanos que es lo que realmente nos alimenta y da vida.
Los quiero mucho.

Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde Argentina
Ignacio Bucsinszky
Este artículo esta publicado en el boletín digital, número 64, que corresponde al mes de marzo de 2025.