“Los siete magníficos” (1960), dirigida por John Sturges, es una adaptación del clásico japonés “Los siete samuráis” (1954) de Akira Kurosawa, ambientada en el Lejano Oeste. Con el tiempo, se consolidó como uno de los westerns más emblemáticos, aunque en su estreno no tuvo el éxito esperado en taquilla en Estados Unidos y recibió críticas mixtas. Sin embargo, fue su popularidad en Europa la que impulsó su carrera comercial, generando tres secuelas en 1966, 1969 y 1972. En la segunda entrega, solo Yul Brynner repitió su papel como protagonista, y su interpretación inspiró al personaje que luego interpretaría en “Alma de metal” (1973).
La trama gira en torno a Chris (Yul Brynner), un pistolero solitario que decide ayudar a tres campesinos mexicanos a defender su pueblo de los ataques de una banda de bandidos liderada por Calvera (Eli Wallach). A pesar de que Chris acepta el trabajo por un pago simbólico, su motivación real parece ser más profunda: no puede tolerar que unos abusadores se impongan sobre otros. Como líder del grupo de siete, Chris recluta a otros pistoleros, entre ellos, Vin (Steve McQueen), un personaje igualmente errante, y Lee (Robert Vaughn), quien, atormentado por sus pesadillas, busca redimirse. Por otro lado, Luck (Brad Dexter), siempre pragmático, no puede aceptar que su esfuerzo no traiga consigo una recompensa oculta.
Chico (Horst Buchholz), el más joven del grupo, admira a los pistoleros como figuras heroicas y valientes, pero pronto descubre que la vida de un hombre armado no es tan gloriosa como parece. En una escena emblemática, Chris y Vin enfrentan a los hombres que intentan imponer su voluntad en un funeral, marcando el tono de lo que está por venir. El grupo de pistoleros, aunque curtidos por sus experiencias, se da cuenta de que la vida errante les ha robado las cosas que realmente importan, como el hogar, la familia y la paz. Incluso Bernardo (Charles Bronson), en una breve interacción con los niños del pueblo, siente la nostalgia de una vida más estable, aunque sabe que, al final, siempre volverá a su camino errático.
Entre las curiosidades del rodaje destaca el duelo entre Yul Brynner y Steve McQueen, quienes competían por la atención del público en cada escena compartida. A McQueen le gustaba hacer pequeños gestos que llamaban la atención, como sacudir las cartucheras o inclinarse para recoger agua. Esto molestó tanto a Brynner que, en una ocasión, amenazó con no usar su sombrero si McQueen no dejaba de tocar el suyo. Décadas más tarde, cuando McQueen enfermó de cáncer, le agradeció por no haberlo despedido del rodaje, admitiendo que esa película fue crucial para su carrera. Además, la inolvidable banda sonora de Elmer Bernstein, que se convertiría en una de las más reconocidas de la historia del cine, fue la segunda opción, después de que Dimitri Tiomkin rechazara componer la música.
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde España
Jorge José López
-Este artículo está publicado en el boletín digital, número 60, que corresponde al mes de noviembre de 2024.