La mentira, ese delicado equilibrio entre la verdad y la ficción, permea nuestras vidas desde la infancia hasta la edad adulta, tejida en la tela de nuestras interacciones diarias. Desde las inocentes invenciones de la niñez hasta las complejas estratagemas de la vida adulta, la mentira se presenta en una variedad de formas y con una multitud de motivos. ¿Por qué mentimos?
La mentira, definida por la Real Academia Española como una “afirmación contraria a lo que se piensa, se cree o se sabe”, se manifiesta en diversas formas. Desde las mentiras piadosas, destinadas a proteger los sentimientos de otros, hasta las mentiras egoístas que buscan nuestro propio beneficio a expensas de la verdad, la mentira adopta múltiples máscaras.
Los niños, en su viaje hacia la comprensión del mundo que los rodea, comienzan a desarrollar la capacidad de mentir alrededor de los cinco años. Este hito crucial coincide con el desarrollo cognitivo que les permite entender que las percepciones y los conocimientos de los demás pueden diferir de los suyos. La mentira, en esta etapa, sirve como un mecanismo de defensa, una forma de protegerse de situaciones desafiantes o de evitar el castigo.
Los motivos detrás de la mentira son variados y complejos. Desde protegerse a uno mismo o a otros, hasta obtener algún beneficio personal o evitar conflictos, las razones para mentir son tan diversas como las situaciones en las que nos encontramos. A menudo, la mentira se convierte en un mecanismo de adaptación, permitiéndonos encajar en nuevos entornos o preservar relaciones delicadas.
Si bien algunas mentiras pueden ser inofensivas o incluso benignas, otras tienen consecuencias más graves. La mentira puede erosionar la confianza en las relaciones interpersonales, socavar la integridad personal y generar conflictos innecesarios. En su forma más extrema, la mitomanía, o la compulsión patológica a mentir, puede llevar a una pérdida total de credibilidad y aislamiento social.
Como conocen mi estilo de investigar, les dejo para la reflexión personal lo que dice al respeto las Sagradas Escrituras sobre la mentira:
En el libro de los proverbios en el Antiguo Testamento nos dice: “Los labios mentirosos son abominables para el Señor, pero los que practican la verdad gozan de su favor”. Proverbios 12-22
En el libro de los Salmos, expresa: “Líbrame, Señor, ¡de los labios mentirosos y de la lengua traicionera!” Salmo 120-2
Otro Salmo dice: “Guarda tu lengua del mal, y tus labios de palabras mentirosas”. Salmo 34-14
En la primera carta de Juan, encontramos que: “Si decimos que estamos en comunión con él y caminamos en las tinieblas, mentimos y no procedemos conforme a la verdad”. 1 Juan 1-6
Para dar un cierre, solo les diré que el que miente, desea aparentar ser quien no es para conseguir, siendo otro, lo que no puede obtener siendo quien es. Carece por tanto de recursos para enfrentarse a la realidad y tolerar la frustración. Teme perder estima, prestigio, amor, dinero, trabajo, su lugar en el mundo.
Para perder la confianza de los demás sólo basta una sola mentira, pero una vida no alcanza para ganarla después de haberla perdido. Antes de irme te dejo esta pregunta para que la pienses: en la sociedad actual ¿podríamos sobrevivir sin mentiras?
Recopilación
El PELADO Investiga
EXPEDIENTE 40
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde España
El PELADO Investiga
-Este artículo está publicado en el boletín digital, número 59, que corresponde al mes de Octubre de 2024.