Estimados y fieles lectores, este actual director que pretende estar a la última moda quiere traer sobre el tapete un tema, que al menos a mí, me comienza a preocupar bastante. Quiero referirme a un fenómeno social, que por más que sepamos que es parte de un plan mayor, no deja de ser, por lo menos, inquietante.
Está de más comentarles que, como es mi costumbre, espero llevarlos a una profunda reflexión luego de exponer mi punto, realmente es un tema que merece mucha atención.
Este enigmático suscriptor no se demorará en develar tanto misterio.
La llamada “Generación de Cristal” correspondiente a los nacidos luego del año 2000. Aquí quiero hacer una aclaración, o si se quiere una ilustración, existe un grupo más pequeño de estos representantes -subgrupo creado por su más visible “fragilidad”, que encierra a los nacidos luego del 2010-. Estos niños se caracterizan por una supuesta fragilidad y poca tolerancia a la frustración.
Nota de este posiblemente perseguido director a manos de la cultura woke: Antes que me alcancen las balas quiero aclarar que esto es un llamado a la introspección, a mirar alrededor con ojo crítico y a preguntarnos, en base a nuestras historias, si esto puede llegar a buen puerto.
Aclarado esto, continúo…
Sé que el tema da para escribir más que una humilde y desprolija editorial, pero simplemente quiero establecer un punto. En estos últimos años, uno de los más nefastos cambios que estamos viendo a nivel mundial es como el poder, la política, va por los niños.
Les explico: estos hijos de la tecnología e internet están viviendo un mundo prácticamente sin desafíos, sin tener que “luchar” (lo puse entre comillas) para lograr un resultado, para cumplir una meta o simplemente para hacer un trabajo práctico para la escuela. Se está creando una generación que tiene todo servido en bandeja, que basta con hacer un berrinche o simplemente pedir atención que, de la manera más desamorada, los padres les dan un celular o una tablet para que se entretengan y “no molesten”.
¿Qué consecuencias puede traer esto? Con un ojo no demasiado entrenado podemos vislumbrar una distancia con los padres -mientras ellos siguen viviendo su segunda o tercera adolescencia-, un niño que, además de lastimarse la cervical por la posición de su cabeza para ver la pantallita -o con la cabeza gacha, mirando el suelo y no el cielo- obtiene respuestas inmediatas de todo lo que busca en el instante -y esperando que lo que busque no dañe su tierna psique-. Una suerte de “lo quiero”, “lo tengo” con la consiguiente casi nula tolerancia a la frustración.
Para coronar con la frutilla del postre tenemos la aparición de la I.A. (Inteligencia Artificial) que, sin querer ahondar en ese tema tenemos el famoso “ChatGPT”, al alcance de todos y gratuito que nos permite preguntarle o pedirle literalmente cualquier cosa y nos responde al instante entonces a todo esto, que vengo contando, le podemos sumar la no-necesidad de utilizar la creatividad humana desde cualquier punto de vista.
Mi deseo con esta pequeña editorial es llamarlos a pensar que pasa con los niños, como van a poder salir a la vida -que por lo general es cruel- para crecer, formar una familia, una profesión, etc. Una persona que no puede aceptar un “no” como respuesta o no puede esperar un proceso normal porque está acostumbrada a la inmediatez desgraciadamente tiene un pase a un posible fracaso en las metas de la vida con el consiguiente desorden mental (que ahora los han puesto tan de moda) y la compra de ansiolíticos.
Volvamos a tratar de replicar la educación que tuvimos los nacidos antes de los 90’s, tal vez no seamos las mejores generaciones, pero probamos que pudimos llegar y cumplí metas de vida. En el caso de esta nueva generación de cristal tengo miedo que se rompa antes de llegar.
Este director fue mucho más escueto de lo que hubiese deseado, pero, como ya saben, esto es una simple editorial y simplemente quiero llamar a la reflexión.
No se olviden que tenemos la obligación de ser felices y cumplir nuestros anhelos y sueños que dicte nuestro corazón.
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde Argentina
Ignacio Bucsinszky
Este artículo esta publicado en el boletín digital, número 57, que corresponde al mes de Agosto de 2024.