La experiencia cristiana debe ser de todos los días, cada día tenemos la oportunidad de iniciar, lo que sucedió ayer, ha quedado en el pasado; por eso debemos tener la conciencia que cada amanecer es la oportunidad que tenemos para vivir la palabra de Dios. Muchas veces nuestra naturaleza nos lleva a realizar el mal que no queremos y es la forma en que nuestra lucha diaria inicia cada momento. Mentimos, engañamos, realizamos el mal que no queremos, debido a la naturaleza e inclinación que tenemos a desviar el camino, el buen camino.
Y eso no debe desmotivarnos, se trata de esas luchas cotidianas y diarias que cada cristiano tendremos. Buscar la honestidad, la integridad, la excelencia, requiere valor y disciplina, en el momento de la tentación es cuando se inicia la batalla entre lo que debo y lo que Dios me ofrece. El mal está al acecho en todo momento y nuestras batallas son espirituales, Dios está dispuesto a hacer maravillas con cada uno y cada una de nosotros, pero debemos enfrentar nuestras tentaciones aún en contra de nuestras tendencias. Como seres humanos debemos aceptar que a veces las fuerzas nos faltan, pero en el amor de Nuestro Padre Celestial podemos encontrar la fortaleza, esa es la experiencia cristiana que muchos no están dispuestos a vivir.
Hablar de Dios en ocasiones es fácil, lo difícil es renunciar a uno mismo para hacer su voluntad, es necesario contar con convicciones espirituales fuertes, así como el conocimiento de la palabra de Dios y una conexión con el Espíritu Santo para dar dirección y guía a los desafíos de la vida. Suena sencillo, pero realmente no lo es, se requiere ejercitar, caer, levantarse tantas veces como sea necesario.
Cuando Pablo dice en 1 Timoteo: “pelea la buena batalla”, está diciendo prepárate por tu cuenta. Aprende a pelear, aprende cómo luchar. Avanza a la línea y confía en Dios. Debemos caminar en la fe con todo lo que implica, aún con los riesgos de no lograrlo o desviarnos en el camino. Es una batalla constante del bien contra el mal, donde el resultado de cada pelea puede tener consecuencias eternas. El apóstol Pablo explica: “Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra poderes, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. Efesios 6,12.
Solo con el poder de Dios podemos esperar ganar contra el enemigo, debemos confiar en Dios, hay que aceptar la salvación que Cristo nos ofrece. También debemos entender que cada victoria le pertenece a Dios. Así que vivamos la experiencia de Dios cada día y cada momento.
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde México
Rafael Salomón
-Este artículo está publicado en el boletín digital, número 56, que corresponde al mes de Julio de 2024.