El 29 de mayo de 2024, Carlos Guzmán celebrará un hito impresionante: 1.000 programas como conductor y director de contenidos de “El Alfa y La Omega”. En sus 19 años, 2 meses y 28 días en el aire, en este espacio que ha revolucionado la radio hispanoparlante. Muchos han intentado imitar la fórmula, pero pocos han logrado mantener la autenticidad y el impacto que nosotros hemos conseguido.
Durante todo este tiempo, “El Alfa y La Omega” ha transmitido un mensaje diferente y original. No solo se enfoca en lo religioso, sino que aborda temas que afectan a hombres y mujeres del siglo XXI. La llegada de Carlos al programa fue un punto de inflexión. Su experiencia en formación y ventas se convirtió en una herramienta invaluable para comunicar la Buena Nueva. Con su estilo espontáneo, transparente y honesto, Guzmán transformó el programa en un laboratorio donde se prueba todo y se mide el impacto en la audiencia.
Recuerdo claramente nuestros primeros proyectos juntos. Desde las series retro hasta el radioteatro que realizamos en julio de 2009, conmemorando los 40 años de la llegada del hombre a la Luna. Las infinitas ideas y propuestas de Carlos impulsaron el programa a nuevas alturas.
Su trayectoria pastoral, especialmente en “Encuentro Matrimonial”, y sus actividades en movimientos como “Scouts de Argentina”, le han marcado profundamente. Carlos siempre decía: “Abramos las ventanas de la Iglesia para dejar entrar el aroma renovador del Espíritu”. Estas palabras reflejan su visión de una Iglesia viva y cercana a la gente.
Otro de sus grandes dones es la oratoria. Guzmán tiene una capacidad única para encontrar las palabras justas en cada momento. Ya sea para ofrecer una reflexión profunda o para denunciar sin miedo, su elocuencia es indiscutible y eso dentro de “El Alfa y La Omega” lo posiciona como uno de los pocos programas de orientación católica que no debe rendir cuenta a ningún eclesiástico que determine que se dice al aire o no, o de que, manera decirlo, ambos somos fieles solo a Jesucristo.
Carlos siempre me ha recordado la responsabilidad de nuestras palabras. “Caminamos por una delgada línea y debemos ser conscientes de cada paso”, suele decir. Su habilidad para usar el sarcasmo, la ironía y el doble sentido ha definido nuestro estilo único.
Debo admitir que no fue fácil adaptarme a su ritmo. Somos de generaciones distintas, pero compartimos valores fundamentales. La honestidad, el respeto y el cariño mutuo nos han mantenido unidos. A lo largo de los años, hemos superado diferencias y construido una relación basada en la confianza y el sueño común de comunicar el mensaje de Jesús de manera auténtica.
Carlos ha demostrado una paciencia y sabiduría inmensas. No solo ha dejado una huella en “El Alfa y La Omega”, sino también en nuestra productora multimedia, ANUNCIAR Contenidos Latinoamérica, donde siempre aporta ideas innovadoras.
Le debo mucho a Carlos. Me ha mostrado una Iglesia que desconocía: una Iglesia de servicio, cercana y con un lenguaje accesible para todos. Aunque en la actualidad nos separan 10.665 km y un océano de por medio, su caudal de propuestas y temas nunca cesa.
Hoy, después de 19 años, 2 meses y 28 días, agradezco tenerlo como amigo, hermano mayor, compadre y cómplice radial. Gracias, Carlos, por enseñarme que es posible comunicar el evangelio con una sonrisa.
Felicitaciones por este camino que comenzaste el 1 de marzo de 2005, sin saber a dónde nos llevaría.
Alfredo Musante
Para ANUNCIAR Informa (AI)