Hay que tener mucho cuidado de no cruzarse con ella, de alertar a nuestros sentidos para no dejarnos seducir por sus intenciones y evitar rendirse ante sus encantos. La encontramos a la vuelta de la esquina, convive diariamente con nosotros y le dejamos entrar a nuestras casas y a nuestras vidas, sin siquiera darnos cuenta de que está presente. Se ha normalizado y hasta la hemos validado, necesitamos de ella para confirmar nuestra existencia y valía, me refiero a la superficialidad. Esa que sólo nos distrae, nos dispersa y nos imposibilita ir hacia dentro de nosotros mismos y en esa profundidad interior, encontrarme con el amor más puro y sincero, el amor de Dios. Muchas son las señales que nos alejan de un entendimiento de nosotros, en ocasiones es mejor olvidarnos realmente de nuestro propósito y dejarnos llevar por la superficialidad, donde todo lo envuelve en novedad, en necesario y en deseo por cumplir.
Para evitar ser atrapados por esas actitudes, objetos, tendencias y hasta ilusiones, debo conocerme, luego, buscar a Dios en mi vida como esa fuente de agua que saciará mi sed; sin embargo, nos quedamos con la apariencia. Nos sacia la inmediatez, el deseo satisfecho por unos segundos, aunque no cumpla mis expectativas y ambiciones. Esto no se queda aquí, somos capaces de entregarnos sin desenfreno al pecado, pensando que le dará sentido a la vida, porque se puede hacer valer la libertar y eso es lo que realmente le preocupa a la humanidad, dar rienda suelta a sus pasiones y quedarse en el espejismo de la superficialidad. Esta sociedad se ha convertido en una generación donde lo único que importa es estar con el dispositivo en la mano, haga lo que tenga que hacer, pero sin despegar la mirada de el.
Nada más absurdo que vivir para ver los videos de mayor impacto, de enterarse de cosas que realmente no tienen profundidad alguna, sencillez inmediata envuelta en novedad, así es la superficialidad de nuestros tiempos. Actitudes tan vacías como decepcionantes, ya que, una gran cantidad de personas lo primero que piden al entrar en un bar o restaurante es la clave wifi. La importancia de las redes sociales marca el éxito o el fracaso de las personas, si no estás en la vida virtual, no eres nadie, nada más superficial que eso. La vida es lo más valioso que tenemos y debemos cuidar, la vida virtual es una ilusión, realmente el éter del internet no debería ser ninguna aspiración para nadie.
Le hemos dado tanta importancia al tiempo, para derrocharlo con “provecho” como ver las series y películas con la función de cámara rápida, de manera que en menos tiempo vemos más contenido. Alejándonos de los nuestros, fijando nuestra atención en dispositivos, con la falsa ilusión de que hemos “terminado” más series o capítulos que ninguno. La fuerza de las palabras se ha minimizado con imágenes, expresan muchas cosas más que las palabras no puedan describir, esa superficialidad nos afecta, especialmente a quienes escribimos, ya que la palabra deja de tener el impacto, ha sido sustituida por imágenes que dicen más que lo que deseamos expresar. La comunicación de persona a persona también ha sido afectada, de manera que, es mejor enviar mensajes que llamar, colocar un post, en vez de aclarar o especificar algún malentendido. Los familiares y compañeros que están a nuestro lado, ya no hace falta hablar con ellos, se les ignora y se atiende al teléfono celular… (continúa en el próximo número)
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde México
Rafael Salomón
-Este artículo está publicado en el boletín digital, número 53, que corresponde al mes de Abril de 2024.