El deseo de Dios está arraigado en lo más profundo del corazón humano, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios. A lo largo de su existencia, Dios continúa atrayendo al hombre hacia sí, ofreciéndole la verdad y la felicidad que ansía. El ser humano, por su naturaleza y llamado, es intrínsecamente religioso, reflejando la imagen de Dios y siendo convocado a conocerlo y amarlo.
En su búsqueda de Dios, el hombre encuentra diversas “vías” o “pruebas” que lo acercan al conocimiento del Creador. Estas vías no se refieren a pruebas científicas, sino a caminos espirituales y racionales. Una de ellas es la contemplación de la creación, observando el mundo material y la propia persona humana. A través del movimiento, la contingencia, el orden y la belleza del mundo, el ser humano puede reconocer a Dios como el origen y el fin del universo.
El hombre, en su esencia, está destinado a vivir en comunión con Dios, pues solo en esa unión encuentra la plenitud de su humanidad. La libertad juega un papel esencial en esta relación, ya que el hombre debe vivir libremente su vínculo con Dios. La búsqueda de Dios es la búsqueda de la verdadera felicidad y realización, ya que en Él, el hombre encuentra su dicha última.
En síntesis, el anhelo de Dios en el corazón humano, la vocación religiosa del hombre y las “vías” para conocerle a Dios a través de la creación son fundamentales para comprender la relación intrínseca entre la humanidad y su Creador, así como la búsqueda constante de verdad y felicidad que caracteriza la vida humana.
No te canses de buscarlo… dale y date una oportunidad para el encuentro…
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EXPEDIENTE 7
(EMITIDO EN EL PROGRAMA DE RADIO, DEL 15.09.2023)
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-Este artículo está publicado en el boletín digital, número 50, que corresponde al mes de Enero de 2024.