Hablar de adopción siempre ha sido un tema muy escabroso para muchas personas y a veces se ofrece como solución para muchas parejas que desean ser padres y por cuestiones ajenas a su voluntad no pueden concebir un hijo. Hay muchas instituciones que ayudan a que se pueda concretizar la adopción de manera muy sencilla y rápida. Sin embargo, en muchos casos esto suele ser un viacrucis para muchas parejas que deben de pasar por procesos demasiado largos que muchas veces terminan por desistir de esa posibilidad para ser padres.
De tal manera que muchos de ellos se han adentrado en las nuevas técnicas de fertilidad, que supuestamente, les dan una mejor posibilidad de ser padres. Se recurre a técnicas como la maternidad subrogada, inseminación artificial, fecundación en vitru, transferencia de embriones, la adopción de embriones congelados. El mundo científico reproductivo sorprendió a la humanidad al dar a conocer la primera semana de noviembre de este año, el nacimiento de los primeros gemelos en Estados Unidos, los cuales se desarrollaron de dos embriones congelados por 30 años.
Dichos embriones se mantuvieron a una temperatura de 128 ºC y conservados en nitrógeno líquido. Esto se considera un gran logro científico para la medicina reproductiva. Sin embargo, a nivel moral y ético, se presentan varios dilemas bioéticos, que valen la pena considerar. ¿Quiénes son los padres de esos niños?, ¿o son bebés o son adultos?, ¿Cuánto tiempo se pueden mantener los embriones congelados?, ¿Qué pasa con los embriones si nunca son adoptados?, ¿Se les debe o no permitir a los bancos de embriones comercializar con los embriones?, ¿Es ético y moral adoptar los embriones y con ello, justificar su congelación?, ¿Es justificable el deseo de ser padres para llevar a cabo una fertilización en vitru de más de un óvulo, implantar algunos, de los cuales algunos van a morir y congelar otros que nunca se van a utilizar?, ¿Se respeta o no la dignidad de estos embriones, es decir, se les reconoce como personas o no?, etc.
Cada uno de estos dilemas, nos dan los elementos para aseverar que se deben de desarrollar mejores regulaciones sobre la fertilidad asistida, dado que se puede caer en el peligro de considerar a la persona como un objeto, que se puede manipular al antojo de quien ostente el poder sobre ellos. A tal grado que se decida cuando ha de nacer, deteniendo el desarrollo natural, como sucedió con dichos embriones que han venido al mundo, 30 años después a un mundo ajeno a ellos, siendo niños rechazados por unos y recibidos por otros, simplemente porque deseaban tener más hijos. Una persona no puede existir o dejar de existe por el gusto o placer de los demás.
Ad Jesum Per Mariam
“Donde Dios está”, el demonio no tiene cabida
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde EE.UU.
P. Alberto Colín-Marín
-Este artículo está publicado en el boletín digital, número 49, que corresponde al mes de Diciembre de 2023.