En estos momentos, encuentro un profundo significado en compartir las tradiciones familiares durante la temporada navideña. Creo que más allá de los regalos materiales, el verdadero valor reside en transmitir y recibir amor, apoyo, y en disfrutar de las pequeñas cosas de la vida con aquellos que más aprecio. La Navidad se convierte así en una oportunidad para renovar mi fe en Dios, celebrar el amor y la paz, y enseñar a mis hijos que la verdadera felicidad va más allá de los obsequios.
Mi enfoque principal radica en inculcar a mi hija la importancia de encontrar la dicha en la espiritualidad y la conexión emocional con las tradiciones navideñas. Le explico que la felicidad no se limita a los regalos tangibles, sino que se manifiesta en el compartir, en el dar y recibir, y en la construcción de recuerdos significativos en familia.
La idea de compartir con seres queridos y dar sin esperar recibir se vuelve una lección clave. La Navidad, como festividad tradicional, nos invita a compartir historias de amor y generosidad. Rompo con la idea de seguir una lista de regalos, alentando a mi familia a comprender el valor de pedir desde el corazón, solicitando regalos que no pueden ser envueltos: la paz familiar, la salud de los seres queridos o la convivencia plena.
En la vorágine del consumismo moderno, recalco que no todos los regalos deben ser comprados. La esencia de las tradiciones familiares radica en la autenticidad y la atención personalizada. Una tarjeta hecha a mano o una invitación a cenar pueden tener un impacto más duradero que un obsequio costoso y efímero. Estos gestos de afecto, muchas veces olvidados en el mundo actual, son parte esencial de las tradiciones que deseo preservar.
Las antiguas costumbres familiares, como cantar villancicos, compartir recetas y relatos navideños, así como participar en manualidades, se convierten en vehículos para fortalecer los lazos emocionales. Mi objetivo es crear recuerdos que perduren, construyendo conexiones más allá de lo material y transmitiendo el valor de la tradición y la importancia de la conexión humana.
Al prepararnos para la Navidad, reflexiono sobre tres aspectos cruciales. En primer lugar, celebrar el nacimiento de nuestro Salvador, recordando la alegría que trajo al mundo. En segundo lugar, considerar el lugar de Jesucristo en nuestras vidas, renovando nuestro compromiso de seguir sus enseñanzas. Y en tercer lugar, mirar hacia el futuro con esperanza, preparándonos para el día en que Él regrese. Estos momentos no solo son oportunidades para reflexionar sobre la historia del nacimiento de Cristo, sino también para expresar gratitud por su vida, sus enseñanzas y su sacrificio por nuestra salvación.
Al buscar comprender la esencia de la Navidad, no solo me preparo para celebrar el pasado, sino que también me enfoco en el presente y el futuro. Que el amor, la generosidad y la felicidad que experimento y transmito a mis seres queridos en esta temporada festiva sean la verdadera luz que guíe nuestras vidas.
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde España
Alfredo Musante
-Este artículo está publicado en el boletín digital, número 49 que corresponde al mes de Diciembre de 2023.