En los últimos años se ha hecho hincapié en la libertad que todos tenemos de elegir aquello que más nos guste o lo que consideremos que es lo mejor. Se nos ha vendido lo idea de que todo puede ser elegible según nuestros parámetros de valoración, costumbres, ideales, cultura lengua y formación educativa que tengamos. Esto parece ser muy bueno, porque somos libres de ser y hacer lo que querrámos.
Sin embargo en la vida real, esto ¿es realmente posible?, es decir, ¿podemos realmente ser y hacer lo que nos plazca por el simple hecho de ostentar la bandera de la libertad, como si esto fuera lo único que se necesita para plantarse en la vida y asegurar que se puede ser y hacer lo que uno desee, como lo desee y cuando lo desee? ¿No estaremos hablando de una falacia, un anhelo efímero e incluso una utopía?
Siendo realistas, nos tenemos que dar cuenta que, no todo puede ser elegido, por más lo más que se desee. Para comenzar, tenemos que reconocer que la naturaleza humana, ya es una barrera que impide hacer lo que uno desee, ir contra ella es una acción absurda nos va a traer consecuencias muy graves. Esto se debe a que la naturaleza humana responde a leyes naturales que no pueden ser alteradas de manera arbitraria. Ejemplo de esto tenemos a los diferentes ensayos clínicos que se llevaron a cabo en la Alemania Nazi durante la Segunda Guerra mundial. Muchos de los experimentos que se realizaron causaron la muerte de muchas personas.
Las leyes y normas para la convivencia social, económica, política, etc., resultan ser otro de los grandes obstáculos para el ejercicio de una libertad, como se pretende convencernos que tenemos. Los dictámenes propios de cada una de estas leyes, alejan a la persona de una falsa idea de ser hacer lo que se dese. Por ejemplo, las personas que desean ser reconocidas con el genero sexual con el que se sienten identificados, saben que necesitan leyes que los legitimen. ¿A caso esto no es un acto contrario a la libertad que anhelan? Porque ahora depende de una ley que así lo asegure. Luego entonces, no son libres.
Por tanto, podemos inferir que la verdadera libertad a que todos deben aspirar, es aquella que esta dictada por las leyes de la naturaleza misma en todas sus manifestaciones. No se es más libre, que cuando se actúa bajo las normas y leyes que corresponde a la dicha naturaleza, porque han sido pensadas y establecidas por un Ser supremo: Dios, que no se equivoca y a cada quien nos ha hecho como debemos ser. Aceptando esto, se nos asegura la verdadera libertad de ser y hacer aquello que no altere nuestra naturaleza.
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde EE.UU.
P. Alberto Colín-Marín
-Este artículo esta publicado en el boletín digital, número 39, que corresponde al mes de Febrero de 2023.