Navarra, Preludio, es la primera novela de género sobrenatural, escrita por el guionista argentino, radicado en España, Alfredo Musante. La obra intenta mostrar una cara diferente en lo que refiere al exorcismo, la figura del exorcista, los posesos, los demonios, las brujas y las hechiceras.
Desde la mirada de su autor, cómo erudito en el área de la demonología, la religión y doctrina católica, plasma en Navarra, Preludio, una historia única, distinta, ya que su mayor ambición es acentuar la figura del exorcista, que durante años ha sido desvirtuada por el cine, restándole a éste, autoridad, integridad y virtud, mostrando una imagen débil, superflua y alejada del ministro que se refugia en la oración, que es donde reside su mayor poder que proviene de la fe que éste tiene en Dios ya que él solo es un mero instrumento para llevar adelante este ministerio.
Navarra, Preludio, nos habla de los carismas exorcísticos que el personaje tiene, como así también, las sacramentales y ornamentos que utiliza a la hora de ejecutar el exorcismo. Se cuida la publicación de algunas oraciones propias del ritual, y el autor en cambio, se toma la libertad de incluir otras, como por ejemplo, en latín o citar versículos bíblicos que sumen a la trama.
Es de destacar que en la obra, se plantea y muy bien la influencia, no el poder, que ejercen los demonios sobre sus víctimas y en el caso de Ichneumón, cuando Navarra acepta los dos anatemas, este se ve afectado en su naturaleza sobrenatural, perdiendo sus facultades demoníacas (posesión, dominio, sometimiento, etc.)
Nuestro héroe, como exorcista, se destaca en su ministerio siendo reconocido y respetado en todos los territorios de los reinos cristianos de su época. Ejerciendo el mismo desde hace más de 30 años; esa autoridad le ha dado un singular lugar en el mundo de los demonios, ya que con solo escucharle hablar o verle sienten temor, siendo ya un punto a su favor.
A lo largo de su preparación tuvo grandes mentores que fueron allanando su camino. El Papa Julio II le otorga una dispensa especial para realizar exorcismos, obviando así, el permiso del prior de la orden religiosa a la que pertenece (San Jerónimo) pudiendo actuar más libremente y responder rápidamente cuando sea necesaria su presencia.
Navarra, Preludio nos mostrará a personajes primarios y secundarios muy importantes para la trama, cómo para el protagonista. Desde Ichneumón, el demonio de la culpa, su antagonista, cómo a María San Juan de Garonda, su padre el Gran Maestre y Guardián de la Hermandad de los Sin Nombre, Juan Carlos de Garonda; Juan Cubero, esposo de María, a Juanito hijo de ambos; el Venerable Fray Raimundo, el gran Fray Gregorio; sus jóvenes aprendices, el conspiranoico y locuaz Fray Leonardo y el polímata Fray Martín. Se cruzará e interactuará con un súcubo, un demonio de forma femenina, de nombre Abrahel que tiene los mismos intereses que Ichneumón, pero a la inversa.
Navarra, ha conocido el amor en su juventud, pero por diferentes acciones y hechos que ocurrieron en su vida, decide tomar los votos religiosos. Su visión del mundo, del hombre y la mujer de su tiempo, es diferente a sus hermanos del monasterio donde reside, ya que al estar en contacto con el “mundo exterior” fuera de las murallas del recinto religioso le permite tener una mirada más amplia, profunda y reflexiva sobre sus problemas, habla su idioma, conoce sus penas, miserias y alegrías.
Como sacerdote, siempre cuando puede y tiene un momento, lo dedica a la oración, a la lectura de la Palabra de Dios, a la meditación y al estar preparado siempre para la batalla.
Navarra es, como lo define su autor, Alfredo Musante, “sólo un hombre, nada más”, no tiene un pasado que le condene, deudas sin cumplir o pagar, no goza de superpoderes, ni un cuerpo extremadamente marcado, no vuela, no posee visión infrarroja, ni respira debajo del agua, es solo un exorcista que cree en lo que hace y el modo que lo hace.
Por último Navarra, Preludio no nos habla del “típico héroe hollywoodense o de los comic”, sino del héroe colectivo, el grupo humano: el único héroe válido es el héroe ‘en grupo’, nunca el héroe individual, el héroe solo.
Navarra, Preludio, nos muestra como él protagonista lucha contra los demonios más oscuros y terribles que acechan al hombre; nunca lo ha hecho solo, tuvo aliados que usaron la fuerza para someter a aquellos que sirven a los demonios o a sus propios intereses; se rodea de buenos amigos que le tendieron la mano, le recordaban que estaba vivo y que a pesar de todo valía la pena seguir haciéndolo por lo que nos espera a aquellos que somos fieles hasta el fin:
“…he peleado hasta el fin el buen combate, concluí mi carrera, conservé la fe. Y ya está preparada para mí la corona de justicia, que el Señor, como justo Juez, me dará en ese Día, y no solamente a mí, sino a todos los que hay aguardado con amor su Manifestación” (2 Timoteo 7,8).
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Equipo de redacción de
ANUNCIAR Informa (AI)
-Este artículo esta publicado en el boletín digital, número 36, que corresponde al mes de Noviembre de 2022.