Honores y protagonismos acaban con el servicio, buscar reconocimiento y colocarse en los primeros lugares nos alejan de la trascendencia que nos da la acción más sublime y humilde que el ser humano pueda realizar en su existencia: Servir. A lo largo de la historia de la humanidad siempre ha habido personas que someten y hacen sentir a todos el peso de la ley y su poder. Este hecho es tan grave que el Hijo de Dios, reúne a sus discípulos para dejar muy claro cuál es la actitud que ha de caracterizar a sus seguidores, donde todo ha de ser diferente “El que quiera ser grande, que sea el servidor de todos”.
La grandeza no se mide por el poder que se tiene, el rango que se ocupa o los títulos que ostenta. Los seguidores de Jesús debemos buscar desde la disponibilidad nuestra ayuda generosa a los demás, ofrecer nuestro servicio como un acto amoroso y desinteresado. El servicio pule nuestro corazón y nos aleja del deseo por destacar, ya que se comienza a vivir desde abajo, desde lo esencial. Dar, darse, donarse. En la lógica del amor, donde los últimos serán los primeros y donde servir es atreverse a vivir de una forma diferente, buscando el anonimato, mirar con amor al prójimo, hacerse uno en su necesidad. Quienes intentamos seguir a Jesús, no ha de existir ninguna jerarquía de poder, nadie deberá estar por encima de los demás.
Ni amos, ni dueños y quien desee ser grande que se ponga a servir. Sin imposiciones, ni dominaciones, lejos de un control; los seguidores no debemos ambicionar ningún poder o buscar intereses propios. Deberemos aspirar al servicio y dar la vida. El verdadero servicio va más allá de una actitud, más bien, es dejarse abrazar por la humildad y abandonarse a una vida sin reconocimientos, ayudar sin medida y servir como parte esencial de nuestra existencia. Los más grandes ante los ojos de Jesús son quienes sirven. Este pensamiento puede ser en nuestra sociedad actual un verdadero reto, porque hoy en día las aspiraciones de muchas personas están en destacar, ser reconocido, vivir una vida de privilegios obteniendo los primero lugares. A un triunfador le cuesta mucho trabajo comprender el verdadero significado de servir, más bien, tiende a servirse de todos.
Según las enseñanzas de Jesús, si alguien quiere triunfar verdaderamente en la vida, ha de saber amar, dejar su narcicismo, abrir los ojos al sufrimiento y ser sensible con el doliente. Nadie es un triunfador si es incapaz de hacer la vida más feliz de los demás. Mujeres y hombres que sirven, los encontramos en el momento oportuno, ofreciendo lo mejor de ellos, dando esperanza, escuchando con atención, ofreciendo una mano, dando una mirada cordial, compartiendo el pan y la sal. Personas desconocidas que hacen de este mundo un lugar mejor, que gracias a su servicio la vida se vuelve más humana. Ellos mismos no lo saben, pero su entrega por el otro, hace que la vida se vuelve un lugar esperanzador.
Lo suyo es amar en silencio y prestar ayuda a quien lo necesita, sin esperar nada. Quienes sirven viven haciendo un mundo más digno, su ayuda no puede contabilizarse con ninguna cantidad económica, están ahí entregando lo mejor de ellos, muchas veces sin recibir agradecimiento.
“¿Quién es más importante, el que se sienta a la mesa o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Pues bien, yo estoy entre ustedes como el que sirve”. Lucas 22, 27.
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde México
Rafael Salomón
-Este artículo esta publicado en el boletín digital, número 36, que corresponde al mes de Noviembre de 2022.