Lo que a continuación compartiré puede ser muy desagradable para algunas personas. Estuve en un tiradero, donde abunda la basura, pobreza y miseria, si tienes estómago y corazón resistentes, te invito a que continúes con la lectura. Llegué al lugar y un olor desagradable lo impregnaba todo, disculpen que lo exprese así, pero la basura apesta, es muy fuerte y desagradable respirar en un tiradero, ahora imaginen que por las fuertes lluvias se ha encharcado todo, eso huele a fermento, el entorno era nauseabundo, mi doble cubre bocas sirvió de muy poco, ese aroma lo percibí todo el tiempo que estuve en ese lugar.
Las personas que viven y trabajan ahí ya se acostumbraron, son pepenadores, acopiadores, gente que hace negocio con los desechos, seres humanos que, a falta de oportunidades, llegan a estos lugares para intercambiar material por unas cuantas monedas. Cargan enormes bultos con diversos materiales, papel, telas, plástico, aluminio que encuentran poco a poco entre desperdicios, son valiosos y los buscan entre interminables montículos de desechos. Cada uno de ellos tiene que subir a esas montañas de basura y separar los materiales, pude darme cuenta que cada una de estas personas portan un cuchillo el cual esconden entre sus ropas, es una herramienta básica para su actividad, pero también la usan como arma.
Vivir aquí no es nada fácil para nadie, sus gestos, palabras y miradas expresan dolor y sufrimiento. Una gran parte del día están buscando y rebuscando entre la basura, su alimento proviene del manejo y acopio de materiales, por eso hay que moverse con rapidez y si hay suerte, me contaron, algunos se han encontrado verdaderos “tesoros” (valorados enormemente) una televisión que sí funciona, una lavadora y hasta alguna que otra pieza de joyería, todo esto dentro de las bolsas de basura. Lo que muchos de nosotros tiramos, para ellos es material valioso por el que pagan, muy poco, pero alcanza para medio vivir.
Esta reflexión es mucho más que una narrativa de lo que algunos imaginan o han visto en documentales, quiero expresar que en ese lugar encontré personas reales, necesitadas de lo más esencial, carentes de valía. Ellas y ellos entre la basura, hurgando cada bolsa, me han hecho reflexionar acerca de los olvidados entre los más olvidados, me refiero a seres humanos que viven en la periferia y que casi nadie se arriesga a entrar en esos terrenos por ser altamente peligrosos.
¿Qué hacía yo en un tiradero? Mi actividad como escritor me llevó hasta ese rincón del mundo, donde conocí una realidad brutal, vi de frente la verdad desencarnada de personas que se ganan la vida con desechos, lo que las grandes ciudades tiran y eliminan, ahí en ese insalubre lugar adquiere nuevo valor, es lo que conocemos como reciclaje, motivo por el que estuve ahí. Entre montañas de basura, moscas y olores fétidos pasé toda una mañana, conociendo a gente que sonríe, que sabe decir gracias de forma sincera y que demuestran todos los días que hay esperanza aún entre la basura.
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde México
Rafael Salomón
-Este artículo esta publicado en el boletín digital, número 34, que corresponde al mes de Septiembre de 2022.