Mis queridos esbirros e hijos de la oscuridad. En esta editorial este conspiranoico y raro director se sienta ancho y cómodo en su sillón y se dispone, en su salsa, a escribir estas apócrifas líneas.
Septiembre, un mes donde ANUNCIAR Contenidos Latinoamérica se viste de negro para presentar su lado más lúgubre y tenebroso: ANUNCIAR Dimensión Oscura. La Productora ha bifurcado su línea y, parafraseando contenido católico, este mes tiene el orgullo (y el coraje) de seguir por el camino ancho y fácil…
Si bien esta editorial busca, de algún modo, presentar esta nueva faceta de La Productora a cargo de mi querido amigo Alfredo Musante, quien ha dedicado gran parte de su vida a estudiar este tipo de ciencias oscuras catalogadas como prohibidas. Conocimiento que lo ha enriquecido también en otros aspectos y que le ha abierto la consciencia para poder entender mejor este mundo y, para más inri, lo va a volcar hacia sus fieles seguidores en las principales plataformas sociales y, por supuesto, en estas escabrosas páginas del boletín digital.
Pero…si, este molesto director siempre tiene uno, ¿que pasaría si le pasamos por un costadito a Antología de los Fantástico y aprovechamos la marejada color rojo sangre que empezará a inundar La Productora para hacer una reflexión sobre el caso? Este estudioso director, amante de las lenguas muertas y de la cultura antigua, especialmente la sumeria, quiere echar un poco de luz a todo esto desde un lado más histórico y simple. Si, voy a quitar el simbolismo que mueve las civilizaciones y tradiciones para aburrirlos con una reflexión muy simple y que los dejará pensando. Bueno, al menos esa es mi idea.
Antaño los humanos, al menos desde que nos dejaron “cosas” escritas, tenían algo muy claro. No vemos de noche (en la oscuridad), en esos momentos salen depredadores que si ven y, por consiguiente, el resultado que conseguían era disminuir los clanes. Alguno no regresaba. Sigamos a bordo de nuestra máquina del tiempo y avancemos. Nos daremos cuenta que con el correr de los años, la oscuridad, ya en líneas más generales, se torna algo dañino, algo desconocido, algo que nos puede matar.
En televisión y en estas desprolijas editoriales el tiempo es tirano y debo ser breve, cosa que odio, no me gusta que se le ponga límites a mi flujo de información cuando estoy conectado con mi musa.
Volviendo a la reflexión, mis queridos ingresantes a las artes “de la vereda de enfrente”, al conocimiento prohibido (por quienes no quieren que lo sepas), los quiero instar a que no teman en adentrarse a investigar, estudiar, aprender y evaluar de acuerdo a lo que dicte su corazón sobre este tipo de tópicos que Alfredo les irá presentando. Debemos tener en cuenta que la mayoría de las cosas se basan en simbolismos, otras no tanto, pero con un alma fuerte y segura pueden llegar a nutrirse de muchas cosas que no saben que existen en este, nuestro mundo.
De algo estoy seguro, no existe nada más “demoníaco” (por buscar una palabra que les haga erizar los pelos) que la TV. Háganse un favor y destrúyanla.
Gracias.
Vuelvan pronto.
Ignacio Bucsinszky