“Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado. Porque polvo eres, y al polvo volverás”. Génesis 3,19. Ganar el pan de manera honrada es un tema para reflexionar y es que desde el Génesis se indica que el sustento para nuestra supervivencia se tendría que hacer “con el sudor de nuestra frente”.
Desde los inicios de nuestra existencia, el trabajo no gozó de buena reputación, tal vez por haber sido considerado como castigo divino. Depende mucho la óptica con la que se mire, ya que para algunas personas el trabajo es una forma de trascender y una oportunidad para servir. Se busca el trabajo de la misma manera en que se rechaza. He tenido la dicha de vivir en diferentes países y puedo decir que la cultura ayuda en gran medida a percibir la forma en que vemos el trabajo, pero siempre aparece un cierto rasgo de desagrado; se quiere y al mismo tiempo se le da la espalda, algo tendrá que ver el castigo divino con el que fue creado.
Por ahora lo que sabemos es que es la única forma de asegurar el alimento para vivir, debemos realizar alguna actividad durante unas buenas horas para ganarnos el salario. Indudablemente hay mentes brillantes, voluntades inquebrantables y vivales que logran no sólo tener lo necesario, son seres que se aprovechan de su posición. El trabajo forzado es distinto a las condiciones de trabajo de explotación o por debajo de la norma. Diversos indicadores pueden ser utilizados para determinar cuando una situación equivale a trabajo forzoso, como la limitación de la libertad de movimiento de los trabajadores, la retención de los salarios o de los documentos de identidad, la violencia física o sexual, las amenazas e intimidaciones, o deudas fraudulentas de las cuales los trabajadores no pueden escapar.
Además de ser una violación grave de los derechos humanos, exigir a realizar un trabajo forzado también constituye un delito penal. Trabajar es un privilegio para algunos, hay quienes son capaces de exponer sus vidas por buscar un empleo, para mejorar su calidad, por otro lado, hay quienes piensan que trabajar es lo peor que les ha pasado en esta vida. Repito, depende del enfoque con el que se mire. Desde muy pequeños se nos enseña a cumplir con nuestras responsabilidades para que al ser adultos tengamos la disciplina de realizar aquello que nos dará el sustento, en otras palabras; se nos enseña a aceptar que tendremos que asumir actividades para vivir. Así ha sido siempre, trabajar para vivir y en ocasiones vivir para trabajar.
Las nuevas generaciones van evolucionando este pensamiento, incluyendo juego en el trabajo, diversión en el trabajo, creatividad en el trabajo, con el objetivo de disminuir el estrés, cada día incorporan máquinas y tecnología para las labores repetitivas. Resumiendo, aunque la envoltura sea diferente, el contenido sigue siendo el mismo, hay que trabajar nos guste o no. “Quien no quiera trabajar, que no coma” 2 Ts 3,7-12.
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde México
Rafael Salomón
-Este artículo esta publicado en el boletín digital, número 31, que corresponde al mes de Junio de 2022.