La misión es una película británica de 1986 dirigida por Roland Joffé e interpretada por Robert De Niro, Jeremy Irons, Ray McAnally y Aidan Quinn en los papeles principales, ganadora de varios premios cinematográficos internacionales. En la cinta se incluyen diversas locaciones de Argentina, como la provincia de Misiones. El largometraje británico de Roland Joffé tiene como telón de fondo el Tratado de Madrid (1750), entre España y Portugal, por el que se dirimió momentáneamente la disputa por la Colonia del Sacramento —en la desembocadura de Río de la Plata— y la lucha entre las monarquías absolutas europeas y el poder detentado por la Iglesia hasta la época centrado en la Compañía de Jesús; ésta ejercía gran influencia en los ámbitos cultural, económico y en alguna medida político, agudizada esta última por la cuestión de su cuarto voto religioso a favor de la figura del sumo pontífice. Por entonces, los reyes católicos europeos consideraban a la figura papal más como un príncipe soberano que como un pastor de almas, con lo que los jesuitas eran vistos como los representantes de un estado dentro de sus dominios.
El personaje del Padre Gabriel estaría inspirado en el Sacerdote Jesuita y compositor de música barroca, Domenico Zipoli, quien vino a evangelizar en las misiones jesuitas de Córdoba, Argentina en el Siglo XVIII. En plena jungla tropical junto a las cataratas de Iguazú un misionero jesuita, el padre Gabriel (Jeremy Irons), sigue el ejemplo de un jesuita crucificado, sin más armas que su fe y un oboe. Al ser aceptado por los indios guaraníes, Gabriel crea la misión de San Carlos. Entre sus seguidores está Rodrigo Mendoza (Robert De Niro), ex-traficante de esclavos, mercenario y asesino, que buscando el perdón se hace jesuita y encuentra la redención entre sus antiguas víctimas. Después de luchar juntos durante años, se enfrentan a causa de la independencia de los nativos: Rodrigo Mendoza (Robert De Niro), ex-traficante de esclavos, mercenario y asesino, que buscando el perdón se hace jesuita y encuentra la redención entre sus antiguas víctimas. Constituye no sólo una obra maestra del séptimo arte sino también una excelente oportunidad para abordar el análisis del comportamiento en relación a aspectos esenciales de la naturaleza humana como la agresividad o el narcisismo.
La Misión está enfocada desde una perspectiva indudable de simpatía por los logros de las reducciones y hay que relacionarla, sin duda, con el debate teológico-cultural en torno a la liberación cristiana.
La película hace uso de la música de Morricone, desde el momento en que la interpretación de un oboe en mitad de la selva se transforma en el elemento que lleve a los indígenas a aceptar la prédica del jesuita. Los indígenas luego se transformarán en diestros artesanos de instrumentos musicales y como forma de probar su avance en su grado de civilización, mostrarán sus cantos corales a la comisión internacional. Tras el dramático final el epílogo muestra una escena donde un grupo de niños indígenas cargan un instrumento musical en su canoa, como muestra de que algo del aporte de los jesuitas quedó en su comunidad.
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde España
Jorge José López
-Este artículo esta publicado en el boletín digital, número 30, que corresponde al mes de Mayo de 2022.