¿Alguna vez se detuvo a pensar sobre las deidades de la antigüedad y su posible relación con divinidades más cercanas a nosotros cronológicamente hasta llegar a la actualidad? Y si le presentamos que deidades primigenias se han sincretizado a través de los años y los pueblos y sobrevivido hasta la modernidad. Seguramente que no y lo entiendo, quién en su sano juicio se puede poner a pensar este tipo de cosas en el fragor de la lucha de cada día, ¿verdad? Pues bien, voy a comenzar comentándole que servidor y la Lic. Mara D’Amico, quien colaborará a partir de este número conmigo en esta humilde sección, dedicamos mucho de nuestro tiempo a estas cosas tan fascinantes. Le aseguro que se termina convirtiendo en una pasión.
Comenzaremos hablando de una diosa muy importante de hace unos 6000 años o tal vez un poco más, gestada -hasta donde nos dicen las fuentes- durante los principios de la cultura Sumeria, en el Cercano Oriente Antiguo, hoy Irak. Tal vez podamos utilizarla como hilo conductor en esta aventura que constará de más de un artículo -será como una saga- donde conoceremos la íntima relación y el sincretismo que hay entre los dioses -en las diferentes civilizaciones- a través de los tiempos llegando a nuestros días.
Cabe aclarar que en este artículo no se pretende realizar lecciones de historia ni de religión -ya que “jugaremos con fuego” desde el más profundo de los respetos- sino que solamente hemos de desempolvar curiosidades de la antigüedad divina. Pondremos en contexto cronológico e histórico en la medida que la información lo vaya demandando. Pretendemos que sean textos amenos y despierten la curiosidad de nuestros respetados lectores.
Nos situamos aproximadamente en el IV milenio a.C. y nos encontraremos con ella, esta diosa primigenia, a quien se le atribuye el poder sobre el amor y la guerra, diosa del sexo, el deseo y la fertilidad, diosa del poder político y la justicia. Protagonista del panteón divino de Sumerios, Acadios, Asirios y Babilonios por miles de años.
Sabemos que podría ser la llamada “La reina de la noche” por su relación con el planeta Venus, recordemos que los antiguos Sumerios la identificaban con esa “estrella” que veían al anochecer o al amanecer. De hecho, una de las dos principales altiplanicies del planeta Venus situada en el hemisferio norte en el menor de los dos “continentes” venusinos con una altura de 4000 metros aproximados tiene por nombre Ishtar Terra. El nombre Semita de la diosa Inanna era Ishtar, ya que los acadios en la conquista, tomaron parte de la religión Sumeria. Así es como comienza nuestro camino del sincretismo de la Diosa Inanna.
Por medio de símbolos -es una de muestras mejores herramientas para conocer el pasado- podemos relacionarla con Isis del antiguo Egipto, Ashtarté para los fenicios-cananeos, Anahita en la cultura indo-iraní, Cibeles en Anatolia desde el Neolítico, Afrodita para los griegos y un largo etcétera. Por supuesto que iremos desarrollando más en profundidad a estas divinidades sin perder el hilo con nuestra querida Inanna.
Es muy interesante conocer también su relación con la diosa Libertas de los romanos, una diosa que, tal vez sin saberlo, la vemos muy seguido en filmes. La famosa estatua de la libertad está inspirada en esta diosa.
Luego de este artículo-introducción o “precuela” de esta saga nos gustaría dejar un interrogante para nuestro primer episodio. ¿Cuando aparecieron los dioses? ¿Porqué la humanidad tuyo necesidad de ellos?
Para ANUNCIAR Informa (AI)
Desde Argentina
Ignacio Bucsinszky & Mara D’Amico
-Este artículo esta publicado en el boletín digital, número 29, que corresponde al mes de Abril de 2022.