Pensar fuera de la caja. Es una idea que escuché navegando por la red de redes y me pareció muy interesante desarrollarla aquí con todos ustedes. Por supuesto que este es otro artilugio de este desfachatado editor para llevar al curioso lector a una reflexión.
Pensar fuera de la caja. ¿A que se refiere con esto señor? Es sencillo, históricamente el ser humano ha vivido dentro de normas y reglas dictadas por la elite dominante, por estas pocas personas que rigen, de una manera o de otra, la vida de la plebe. Este grupillo siempre – y sin que ud. lo note – le han dicho que pensar, como pensar y hasta donde puede atreverse a pensar.
Tenga cuidado con las ideas nuevas, revolucionarias. Será sancionado.
Pero… ¡un momento! Este director del Boletín Digital, vuestro servidor, ¿es como uno de esos conspiranoicos que aparecen en esas páginas raras de Internet? ¿Es acaso un loco en contra de los lineamientos oficiales? Situándome en una posición políticamente correcta –si me llega a leer El Pelado me mata– vamos a decir que este retorcido editor gusta de ver la realidad que nos rodea “entrelineas”. Siempre hay una vueltita más para darle a los que sucede día a día en el mundo. Ojo, no me refiero sólo al mundo “mundial”, sino también al mundo de cada persona. A nuestro propio universo, nuestro círculo.
Ya tengo su atención, prosigo. Vivimos en una sociedad donde siempre nos han enseñado, nos han instado, nos han ordenado y dicho como debemos pensar, que es lo que está bien y lo que está mal. Nos han puesto límites arriba, límites abajo y límites hacia nuestro interior. Nacemos con una cantidad de límites predeterminados a los que –normalmente- les rendimos culto durante todos nuestros días en este mundo (No, no voy a decir plano, no voy a tomar ese riesgo). Vivimos en un mundo donde pensamos dentro de la caja, donde respetamos siempre los límites impuestos por otros por sobre nuestro intelecto y nuestra espiritualidad.
Ahora bien, ¿para que nos cuenta esto director? El gran peligro que tiene pensar (vivir) dentro de la caja es la situación de vulnerabilidad y desventaja sobre quienes quieren que permanezcamos allí dentro.
Quienes son dueños del mundo nos quieren en ese lugar. No les gusta la competencia. Podría citar muchos personajes que han pensado fuera de la caja y han tenido un triste final, por ejemplo Galileo Galilei o Nikola Tesla. Ideas que luego de muchísimos años -y en virtud de la conveniencia gobernante- han salido a la luz y se han adoptado.
Aquí la reflexión, somos seres perfectos, tenemos un intelecto y un interior infinito y de la misma manera que tenemos la obligación de ser felices, debemos abrazar nuestra humanidad y pensar (vivir) un poco más allá. Anímense a pensar “fuera de la caja”. Anímense a vivir plenamente. Pregunten, cuestionen, repregunten. Estamos inmersos -en estos tiempos principalmente- en una especie de era de la “pos-verdad” donde, como exquisitamente lo define la RAE, es la distorsión deliberada de una realidad en la que priman las emociones y las creencias personales frente a los hechos objetivos, con el fin de crear y modelar la opinión pública e influir en las actitudes sociales.
Salgan de la caja, piensen libres, con criterio y con muchísima crítica. La libertad siempre cuesta mucho, siempre es difícil luchar por ella y conseguirla pero les aseguro que es lo más preciado que tenemos.
Hablando de libertad, por favor, APAGUEN sus televisores y escuchen su interior. Este es el primer paso, vengan, les tomo de la mano y los acompaño a darlo…
Ignacio Bucsinszky