Queridos lectores, en esta oportunidad les acerco una segunda parte de la editorial del mes pasado. Quiero abordar nuevamente el tema que dejé planteado en aquel entonces sobre los mitos. Ese tema, donde nos vemos a nosotros mismos siguiendo las reglas, obedeciendo sin cuestionar.
Pero hoy sí, pretendo sacudir al distraído lector, incomodarlo, y ponerlo a pensar. De alguna manera obligarlo a salir de esa comodidad a la que estamos acostumbrados. Me gustaría proponerles un ejercicio que consiste en repreguntarnos siempre lo que vemos alrededor, y no quedarnos simplemente con lo que reciben nuestros sentidos. Bien sabemos que la realidad casi siempre, y digo esto siendo generoso, supera a la ficción. Quien iba a imaginar siquiera la situación en la que estamos inmersos hoy día.
Ahora bien, puestos en situación, mi propuesta es: _”No dejar de cuestionarnos todo lo que vemos”. Suena mejor que decir “No crean nada” _ ¿Verdad? -aunque es lo mismo-.Tengo muchas conversaciones con consumidores de noticias que terminan simplemente repitiendo lo que escuchan sin detenerse al menos a intentar validar eso que recibieron como verdad de la pantalla: “La caja boba”. Hay que preguntar, repreguntar, investigar, contrastar y, siempre, tratar de hacer un “vuelo de águila” sobre lo que estamos tratando de develar. Una sorpresa gigante, les aseguro, se van a llevar si hacen el intento de llegar al fondo de cada asunto.
Un ejemplo rápido, verídico y muy ilustrativo: Alguna vez alguien viralizó en Facebook una imagen de un caballero y en el epígrafe ponía algo así como que era un muchacho que había ganado algún tipo de olimpíada científica, y por ende, un orgullo para el país.
No dudo de las cualidades de este señor pero investigando un poco -sólo un poco- resultó ser un actor de la industria de la pornografía. No me interesa la profesión de este hombre, pero no me gusta que las cosas se viralicen de esta manera, repitiendo sin saber lo que se dice: _ ¿No creen que esto hace mucho daño? ¿No creen que, sumando miles y miles de noticias, terminamos nadando en un mar de mentiras? ¿Quién puede gobernar en un mundo así? ¿Alguien innombrable? Mejor nos guardamos la respuesta e intentemos cambiarlo.
Ignacio Bucsinszky