A mis queridos y fieles lectores en este número les quiero invitar a pensar, a ver como estamos inmersos en una construcción social y nos olvidamos de quienes somos como individuos, de como, muchas veces, nos movemos en la vida sin pensar y sin valorar lo que somos individualmente. Esto es una idea que saqué de una gente conocida de internet y, por supuesto, le voy a agregar mi impronta personal.
Quiero partir de esta base: ¿Que es un mito?, Si buscamos sinónimos podemos encontrar palabras como “fábula”, “leyenda”, etc. Es algo intangible que damos por verdadero sin cuestionarnos nada. Podemos empezar, como se hace en filosofía, a tratar los temas de lo universal a lo particular. Todo el planeta vive en base a mitos, los países son un mito, se crean límites invisibles que delimitan sus fronteras y que todos damos por hecho su existencia no pudiéndola cruzar sin algún tipo de permiso; los estados, los presidentes, los gobiernos son un mito, partimos de un papel firmado por gente que desconocemos -y que ya no existen- al cual llamamos constitución donde hay una serie de normas y de reglas que simplemente obedecemos, no importa si ese papel se rompe, se pierde o se destruye, igualmente lo damos por válido.
Gracias al mito de la democracia, nacido en la antigua Grecia, donde esta “democracia” se ejercía sólo con la participación del 13 al 15% de la población -ya que había una gran parte de esclavos sin derechos-; le damos facultades extraordinarias a una persona que no conocemos para que tome decisiones por todos nosotros. A su vez, esta persona está rodeada de otras personas a quien posiblemente no conozca y acepta sus decisiones y así los ejemplos abundan. Llegados a este punto, voy a tocar la realidad mundial que nos afecta a todos, la cuarentena. Esto es otro mito.
Se da a conocer un virus nacido en un país que posiblemente nunca lleguemos a visitar, en un laboratorio que damos por hecho que existe pero que no conocemos -tampoco a los biólogos o genetistas que trabajan allí- y que fue el creador de este virus que también damos por cierto aunque, los más probable, es que nunca lleguemos siquiera a sentirlo en carne propia ni en personas cercanas. Esta persona, que no conocemos, nos obliga a guardar cuarentena en nuestros hogares, basado en un grupo de personas que él no conoce que indican que la única manera de cuidarse de este virus es esta.
Gracias a este mito nos encerramos, muchos perdemos el único sustento que tenemos para sobrevivir, dejamos de lado a nuestras familias, algunos llegan a perder todo, incluso la vida. La depresión, la tristeza, la falta de contención de apodera de todos nosotros gracias a estos mitos que, sin cuestionarnos, le ofrecemos nuestras vidas. Así, de esta manera, sucede todo en nuestro mundo, nos han enseñado a obedecer ciegamente, a no preguntar y hacer las cosas sin cuestionarnos ni cuestionar.
Esta desprolija columna no pretende un alzamiento en armas, simplemente animarlos a pensar, a ser más humanos y, al menos, darse cuenta de como sucede todo alrededor nuestro y de lo obedientes que somos, olvidando, muchas veces, nuestra esencia de seres libres.
Ignacio Bucsinszky